miércoles, 30 de noviembre de 2011

La guerra y la paz

A fines de 2005 nos fuimos en auto a Italia con mi novio de ese momento y, ¿quién más?, mi prima Male. Nosotros vivíamos en Toulouse y ella en Londres, y nos pasamos todo el viaje charlando sin parar, haciendo planes para cuando volviéramos a Buenos Aires y Montevideo. Entre otras boludeces hicimos nuestras respectivas listas con resoluciones de fin de año y en ambas figuraba leer "La guerra y la paz".

No sé si es porque las dos compartimos bisabuelos medio-rusos-medio-polacos, pero lo cierto es que el libro forma parte de la mística familiar; en la biblioteca de mi vieja, por ejemplo, siguen estando los seis tomos de una edición bastante antigua (y hecha paté) y cuando vivíamos juntas cada vez que una amiga mía le pedía que le recomendara algo para leer le daba el primer tomo e insistía en que se lo llevara a toda costa (en realidad eso pasó con una de mis amigas, pero en este blog no tenemos pretensión de verdad ni verosimilitud alguna). "Al principio te vas a confundir con los nombres, que parecen todos iguales, pero te vas a enganchar y lo vas a adorar", decía.

Male lo leyó, si no me acuerdo mal, en el verano de 2009. Yo me compré una edición en inglés algunos meses después de ese viaje a Italia y la empecé a leer al poco tiempo, pero el ladrillo de mil y pico de páginas era tan incómodo de transportar y de leer que desistí a la quinta hoja. Así que quedó, junto con aprender alemán y hacer deporte, en éter de las resoluciones incumplidas.

Cuando, hace poco, me compré un kindle, tuve la maravillosa idea de retomarlo. El peso no iba a ser un problema y como había terminado un par de novelas cortas en pocos días de viajes de subte no me molestaba la idea de leer algo largo. Qué ingenua. Hace más de un mes que lo estoy leyendo y todavía no llegué ni a un tercio. Me engancho con la parte del chusmerío de la nobleza rusa pero me aburro soberanamente en las batallas y todo lo que tenga que ver con la guerra. Male me dijo que ella se salteaba capítulos enteros, pero María Fundamentalista no puede. Así que calculo que terminaré de leer la novela en enero, en alguna playa de Uruguay.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Mundos nuevos


Y sí, empecé a estudiar otra vez y era obvio que iba a volver al blog. Y a cocinar, y a todas esas cosas a las que uno recurre cuando tiene hormigas en el culo después de estar horas en una silla tratando de leer un texto difícil, aburrido o largo.

Antes de irme de Uruguay mi prima Male (como saben, una de mis principales recomendadoras de libros) me regaló "Let the the great world spin", de Colum McCann. Es una novela coral (varias historias que se cruzan, onda Magnolia o Shortcuts) que transcurre acá en Nueva York en los 70. Todos los personajes se cruzan de manera más o menos trágica el 7 de agosto de 1974: el día que el francés Philippe Petit se paseó por un cable que unía las torres gemelas (la historia de ese tipo es una demencia, tienen que ver el documental Man on Wire).

En la novela hay un cura irlandés que vive en los projects del Bronx, una prostituta del barrio y su mamá, una señora del Upper East Side que perdió a su hijo en Vietnam, el hermano del cura, una pareja de bohemios que se exilió en el medio del campo para zafar de la heroína, y varios personajes más o menos secundarios. En una escena (¿vale hablar de "escenas" en una novela?) particularmente tierna un nene de 16 años de un grupo de protohackers de California se comunica con un teléfono del sur de Manhattan para ver qué cazzo pasa con el lunático de las torres y se enamora de la voz de una mujer anónima.

Terminé de leer el libro en una de las escalas de mi viaje hacia Nueva York. Pasé por Miami para un curso de orientación de mi beca y decidí quedarme unos días más en la playa. Y ahí, sola en un hotel berreta, al llegar a la última página entendí todo. Después de leer las pequeñas miserias, flaquezas y debilidades de los personajes, independientemente de las tragedias que vivieron, me sorprendí entendiéndolos, emocionándome y sintiendo una profunda empatía con ellos. Me di cuenta de que es por eso que leo novelas: para convencerme de que mis miserias también son dignas de absolución.

jueves, 4 de agosto de 2011

El leopardo (The Leopard)

Como ustedes ya saben adoro a Harry Hole, el detective desprolijo y borracho creación del autor noruego Jo Nesbo. Lo quiero tanto que leí en inglés The Snow Man (El hombre de nieve) porque no podía esperar la traducción en español. Y lo mismo hice con la siguiente: The Leopard.

Bueno, primero tengo que decir que me molestó bastante que reiterara el tema de los "asesinos en serie" que ya estaba agotado luego de Snow Man. Me pareció demasiado larga (611 páginas) sin justificación, y también demasiado truculenta en los detalles. Truculencia innecesaria, y molesta, según mi opinión. Lo único que mantuvo mi interés fue el desarrollo del personaje de Harry. A medida que avanza la serie, está peor. En The Leopard aparece al inicio con una deformidad en la mandíbula debida a los acontecimientos violentos de la anterior y termina en ésta con un cicatriz de boca a oreja. Pero para más complejidad, lo encontramos al principio de The Leopard fumando opio en Hong Kong. ¡Harry! Yo creía que opio no se usaba más.

En fin, Harry es siempre Harry, pero Nesbo termina irritándote. Trama demasiado barroca y difícil de creer;  añoro El petirrojo y Némesis, que tienen más que ver con lo que pasa ahora en Noruega: no tantos asesinos en serie por problemas familiares o personales, sino dementes de extrema derecha.

No se qué escribirá Nesbo después de ésta, espero que sea mejor y que no mate a Harry (quien va de mal en peor). No se lo merece.  ElsaKito

martes, 28 de junio de 2011

La voz - Arnaldur Indridason

Cuando una lee La situación de la clase obrera en Inglaterra, de F. Engels, se hace una idea de lo que que fue aquel Londres de desarrollo industrial salvaje. Pero cuando leemos a Dickens nos enteramos de más detalles de la vida de la gente, de los niños, las mujeres, el funcionamiento de la justicia, los orfanatos, el funcionamiento de la "caridad", la mugre y la falta de higiene en la ciudad, los abusos, y un largo etc. Para mí el libro de Engels y los de Dickens son una unidad, uno no puede estar sin los otros.

¿A que viene esto? Pensamientos volados que me vienen luego de leer tres libros de Arnaldur Indridason (Las marismas, La mujer de verde y La voz). ¿Qué sabía yo de Islandia? Nada. Solamente que hace muy pocos años la gente salió a la calle, cambió al gobierno, decidió no pagar la deuda y comenzar una nueva etapa luego de haber sido saqueada por unas dos decenas de banqueros y afines (Ver artículo de El Pais de Madrid) .

Era uno de los países más desarrollados del mundo, asistencia sanitaria para todos y educacion gratuita en los tres niveles. Pero recién me entero que su población no pasa de más o menos 350.000 personas. ¿Se imaginan? En Montevideo decimos "que todos nos conocemos" y somos un millón y medio.

Son raros los islandeses (para nosotros, tal vez), pero gracias a Arnaldur pude entender varias cosas sobre ese pueblo rodeado de marismas, hielo y montañas. De pocas palabras (Clint Eastwood estaría encantado) y de una honestidad que por estas latitudes parece naif a pesar de los banqueros (que son iguales en todo el mundo). A pesar de esas bondades, leemos sobre una comunidad muy cerrada y emparentada, con problemas de drogas y violencia de género.

En La voz me llamó la atención, más que en otros libros, la explícita enorme dificultad para comunicarse o hablar de los problemas o sentimientos propios. En comparación, nosotros parecemos papagayos. Y en este tema tiene importancia la naturaleza que los rodea y también la historia. El personaje principal, Erlendur, logra finalmente hablar sobre la muerte de su hermano cuando eran pequeños. Sucedió en una tormenta de nieve donde se perdieron y casi mueren los dos. Murió el menor y eso marca su vida en los tres libros que leí. Pero cuando se lo cuenta a una mujer que casi no conoce y le pide perdón por no haberlo hecho antes y considerarse deshonesto por ello, te sorprendés que un hombre tan reservado piense así. Es la buena escritura de Indridason. Un aspecto interesante es el humor, o tal vez el sarcasmo, que no estaba presente en otros libros.

La literatura nos lleva a mundos que no podríamos conocer de otra forma si no vivimos en ellos. 

La Mujer de verde ya lo comentó Elena en otro post.  Yo recomiendo también los otros dos para acercarnos a ese país y ese pueblo y compartir con un excelente escritor cómo se vive en Islandia.  ElsaKito

domingo, 1 de mayo de 2011

Intimidad: tan cerca y tan lejos


Creo que El buda de los suburbios es uno de los libros que más he regalado últimamente. Me volví una evangelizadora infumable. Se lo regalé a mi hermano para navidad y cuando lo estaba leyendo cada cinco minutos le preguntaba por dónde iba, si no se había cagado de risa con tal parte o si no se había muerto del amor con tal otra. Así que tenía clarísimo que quería leer otra novela de mi amigo Hanif y ni bien pude me compré "Intimidad".

Cuando lo empecé acababa de leer The Devil in the White City y estaba desesperada por una buena ficción. Me esperaba la misma combinación infalible de ternura e ironía pero me encontré con un libro lleno de tristeza y desencanto. Las primeras palabras son: "It is the saddest night, for I am leaving and not coming back" y es la historia de la última noche de vida familiar de un tipo que está a punto de dejar a su mujer y a sus dos hijos.

Si bien es un libro cortito que se lee muy rápido, hubo partes que se me hicieron cuesta arriba. Son páginas y páginas que describen la frustración de un cuarentón (Jay) que no puede entender cómo terminó viviendo con su mujer, una manojo de reproches y amargura que, dormida, reacciona ante una caricia como si fuera una patada. Es, también, la crónica del desencanto de una generación entera que no sabe muy bien cómo pararse en su vida llena de confort, libros, openings y avant premiers.

Pero leer cómo a ese tipo, al que las ilusiones se le fueron secando hasta convertirse en pasas de uva, se le rompe el corazón ante la inminente separación de sus dos hijitos me llenó de ternura. Hay escenas de mucho amor como cuando, en el medio de sus preparativos para rajar, uno de los nenes se levanta dormido y Jay lo acaricia, le cambia los pañales y lo vuelve a dejar en la cama sabiendo que es la última vez que lo va a hacer. Fue gracias a estos momentos que pude reconciliarme con él y entender que, de alguna manera, su decisión de irse también implica algo (o mucho) de esperanza y de fuerza para volver a empezar.

domingo, 24 de abril de 2011

Un buen partido (muy pesado)

Me gustó tanto el libro de Vikram Seth An Equal Music, que aproveché una gran rebaja y me compré Un buen partido (A Suitable Boy) a mitad de precio, Editorial Anagrama.

No puedo hablar de su contenido, porque recién leí dos páginas. Como esas dos páginas pusieron a prueba mi capacidad de leer cómodamente, por ahora voy a hablar del libro como objeto. Su ancho es de 14.5 cm. por 22.5 cm. de alto; tiene 1.349 páginas que hacen un grosor de 5.5 cm. No puedo calcular el tamaño de la letra, pero es muy chica: hasta donde me da la vista la a tiene 1 mm. y la b 1.5 mm.  Es cierto que es más cómodo que el de Adolfo Bioy Casares sobre Borges, que tiene 11.5 cm. de alto y 10.5 de grosor (1.663 páginas) y su formato parece un chiste para que nadie lo lea.

Pero todo esto viene porque me pregunto si Anagrama no podía publicar el libro en dos tomos, o en un formato más fácil de sostener como hizo con 2666 de Bolaño. De todas formas lo voy a leer, aunque aun no encontré la ubicación adecuada para no sufrir de tendinitis. Informaré. ElsaKito.

sábado, 23 de abril de 2011

Nostalgias de ficción: El diablo en la ciudad blanca


No hay caso: cada vez que acepto que me presten algún libro tengo que leerlo inmediatamente; de lo contrario se vuelve una presencia molesta como el zumbido de una mosca a la hora de la siesta. OK, no más metáforas, vayamos a lo nuestro. Empecé a leer "The Devil in the White City" cuando todavía estaba haciendo turnos en el sanatorio. Me lo había prestado una compañera de laburo con la que me gusta charlar de libros y películas. Me contó que se trataba de la exposición universal de Chicago de 1893 y del primer asesino serial gringo y me pareció una buena combinación: el universalismo de fines del siglo XIX, la demencia de una ciudad caótica, sucia y ambiciosa como Chicago en esa época, chusmeríos de arquitectos y urbanistas y la cereza de la torta: el morbo de un asesino con predilección por señoritas que llegaban solas y llenas de ilusiones a la gran ciudad.

Me desencanté un poquitín cuando vi en una nota inicial que el autor (Erik Larson, por si a alguien le interesa) decía, orgullosísimo, que el libro no era una obra de ficción. Todo lo que esté entre comillas, seguía, viene de algún documento escrito. Los hechos históricos que noveliza superan los niveles de verosimilitud y fantasía de muchísimas ficciones y es totalmente justificable que alguien haya querido dar cuenta de semejante concatenación de hechos en una narración: la carrera contra el tiempo de Burnham, el director de obras de la exposición, para construir una feria que superara a la de París en escala, belleza y popularidad; los incendios, tormentas de nieve y la peor crisis económica de la historia de Estados Unidos que, contra todo pronóstico, logró superar; los ojos azules de un asesino que se construyó su propio palacio del horror y que vendía los esqueletos de sus víctimas a facultades de medicina de las proximidades, etc. Sin embargo, la preocupación por la legitimad del relato y la necesidad permanente de hacer referencias a documentos hicieron que terminar la novela, en mi caso, fuera un acto de disciplina.

Ojo, aprendí un montón y me ayudó a entender un poco más la historia gringa (bueh, no sé si tanto como "historia", pero algo así como rasgos de su idiosincracia). Pero tanta referencia afectó el ritmo de la narración, que muchas veces se iba por las ramas solamente para dar cuenta de un hecho curioso que llamó la atención de su autor. Primero pensé que mi reacción tenía que ver con issues personales con la no-ficción, pero acá mismo ya hablé de dos libros que me encantaron: las memorias de Simone de Beauvoir y la historia del arte de Gombrich. Y ahí me di cuenta de que la diferencia es que ambos adoptan abiertamente puntos de vista muy personales y subjetivos desde el vamos. Lo que me rechinó de Larson fue, justamente, su pretensión de verdad, de raconto objetivo, su rigor científico.

El libro, sin embargo, me dejó una imagen hermosa que hizo que valiera la pena leerlo: una cita que no conocía y que le da el nombre al primer capítulo. Parece que Goethe dijo que la arquitectura era música congelada. Me quedé pensando en Chicago y en otras ciudades como partituras.

lunes, 4 de abril de 2011

El redentor - Jo Nesbo

Es la cuarta novela que leo siguiendo los pasos de Harry Hole. Luego de La cruz del diablo, que me tuvo a los saltos por su final frenético y por el alcoholismo de mi detective preferido, seguí con ésta. Ya no estamos en aquel verano pegajoso de Oslo (supongo que por el cambio climático que sufrimos todos), sino que estamos otra vez metidos en el frío y la nieve.

Después de las desgraciadas borracheras de Harry en el libro anterior, lo encontramos más solo y con más problemas. No podía ser de otra manera, porque Nesbo lo hace cambiar, crece o empeora, pero cambia. Es un gran escritor, y dedica tiempo a los otros personajes también, lo que nos hace interesarnos por todos. Aquí el escenario principal es la gran sede (o sedes) del Ejército de Salvación noruego, institución importante en ese país y de la yo no tenía casi idea.

Un asesino profesional croata mata a un "soldado" de ese ejército y se marcha sin dejar huella. Allí empieza Harry sus idas y vueltas, con nuevo jefe y sus problemas. Tiene tal enganche que no podés esperar al otro capítulo y los personajes están tan bien contados que hasta te entran ganas que no agarren al croata.

Harry viene sobrio, pero cuando decide tomarse unos tragos se te para el corazón. ¡No Harry, ahora no! Pero sí, no encuentra su bourbon Jim Beam y te da un respiro,  pero termina tomando cualquier cosa.

Todo viene tan bien entrelazado, que el final de cada episodio -y no hablo de capítulos- me empujaba a saber más como una enajenada. Y así me comí 570 páginas casi sin darme cuenta. Además, este Harry desprolijo y desobediente, te mete de cabeza en la ambigüedad de los límites.

Otra vez nos encontramos en Oslo con drogadictos, corruptos de clase alta, inmigrantes de las guerras de Europa Central , indigentes, policías, etc. Hasta un perro tiene un papel importante.

Les recomiendo, a quienes quieran leerlo que sigan el orden de cómo fueron escritos: El petirrojo, Némesis y La cruz del diablo (todos en español en Uruguay) El redentor (The Redeemer) todavía no lo vi por aquí, me lo prestaron en inglés.  ElsaKito

jueves, 24 de marzo de 2011

Bajar a las profundidades y volver a la superficie


Empecé a leer "Crónica del pájaro que da cuerda al mundo" como consecuencia de impulsos pragmáticos disfuncionales. En ese momento (hace un par de meses que ahora parecen miles de años, por un montón de cosas que han pasado en mi vida y que no vienen a cuento) tenía planeado un viaje a Japón (sí, Japón) y si bien me daba cuenta de que era una actitud un poco esnob quise ir preparándome con un cacho de ficción. Ya había leído dos libros de Haruki: primero "After dark", que no me copó tanto, y después "Tokyo Blues", que me había conmovido bastante (y que, entre otras cosas, me hizo leer "El gran Gatsby").

Cuestión que todo se fue al carajo (terremoto y tsunamis incluidos) y terminé leyendo la novela en un sanatorio. Tenía la recomendación de mis compañeros del blog y de otros amigos, aunque mi prima Male ponía caras y no dejaba de manifestar enfáticamente su preferencia por Ishiguro. También me acordaba de que Ludwig me había pasado unos posts de La lectora provisoria en los que decían que Murakami era una versión light de Auster (ahora traté de buscarlos pero no los encontré, aunque sí vi algunos comentarios detractores bastante soberbios), así que mi lectura fue cauta.

[ADVERTENCIA: a partir de acá hablo sobre el argumento y cuento cosas que no me hubiera gustado saber antes de leer el libro. Son libres de seguir mirando Cuevana.]

Primero que nada, debo confesar que me fastidió un poco la extensión: si bien por acá dije que entre un ladrillo de mil páginas y un cuento de 15 me quedo toda la vida con el ladrillo, las 600 y pico de mi edición me parecieron eternas e innecesarias. En cuanto a la historia, hubo momentos y personajes que me conmovieron y otros que me pasparon soberanamente. Cuando estaba por la mitad del libro un amigo me dijo que Murakami era una mezcla berreta de Paul Auster y realismo mágico, lo cual me fastidió bastante. Pero el hijo de puta me influenció más de lo que hubiese querido. Odié a las hermanas Malta y Creta Cano, y el temita de la mancha mágica en la cara me hinchó las pelotas.

Hubo una parte que sí me movilizó un montón: el viaje con el aljibe, sobre todo la primera expedición. El protagonista, después de que su esposa se vaya misteriosamente de su casa, necesita un tiempo para pensar algunas cosas y se interna por un par de días en un aljibe vacío (leí la novela en inglés y no me acuerdo exactamente de la terminología). Todo es muy real: uno va sintiendo cómo la noción del tiempo se va deformando, cómo el hambre y el cansancio convierten al personaje en otra cosa, cómo la locura se va instalando y ya no se sabe qué es vigilia y qué es delirio. Me sentí muy tentada de escaparme a algún lugar como ese pozo, sobre todo con muchas esperanzas de resurrección. Podría hacer un montón de analogías de gusto dudoso con mis días en el sanatorio y cómo mi vida cambió tan radicalmente en las úlitmas semanas, pero no tengo ganas.

Ah, me olvidé de decir que la parte histórica de Mongolia-Manchuria es interesante y que hay escenas de una violencia explícita brutal que, a mi humilde modo de ver, son innecesarias. Me saltée dos partes: cuando se relata el DESPELLEJAMIENTO de una persona VIVA y cuando se describe la muerte de unos prisioneros de guerra con bayonetas. Hacía mucho tiempo que dejaba páginas sin leer en una ficción. Ah, y me dio mucha impresión que el protagonista estuviese atravesando una middle-life-crisis A LOS 30. TREIN-TA.

jueves, 17 de marzo de 2011

La tristeza de una novela con una mujer de verde y de su lectora

Hasta hoy de mañana, y durante una semana, anduve acompañada de una serie de personajes tristes, con historias familiares muy fuertes y complejas, cargados de secretos unos, de mentiras las otras.
Todos estos personajes viven en un país que se llama Islandia, en un país donde la luz o la falta de ella va marcando la psiquis de sus pobladores.
La novela se llama "La mujer de verde" y su autor Arnaldur Indridason, uno de esos autores nórdicos que últimamente nos están haciendo conocer una parte del mundo que, por lo menos para mí, era bastante desconocida.
Como en otras novelas de autores de esa parte de Europa, aquí también están presentes el tema de las adicciones (alcohol, droga), los personajes solitarios y con vidas cargadas de frustraciones y/o fracasos de todo tipo, y la violencia.
Sin embargo, en esta novela el tema de la violencia doméstica es el tema central, y aparece tan descarnadamente, tan brutalmente narrado, tan dolorosamente expuesto... Y alrededor de este tipo de violencia aparecen otros como el desamor, el abandono, los prejuicios, las rabias guardadas.
Es una novela muy triste, pero les recomiendo fervientemente que la lean. Está excelentemente bien escrita, entretiene, conmueve, te ubica en lugares diferentes -tanto geográficos como emocionales-, y al final, final, final, aparece una lágrima y un atisbo de esperanza...
Me conmovió tanto que sentí la necesidad de compartirlo con ustedes y participar por primera vez de este intercambio.

Elenópolis

viernes, 18 de febrero de 2011

La vida instrucciones de uso ::: Georges Perec


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Leo las revistas de atrás para adelante. Tampoco exactamente así. Empiezo las revistas por atrás y voy saltando a artículos o párrafos sueltos sin mucha coherencia aparente pero respetando a rajatabla un orden interno propio. El mismo espíritu lo encontré en Georges Perec. Supe de Perec antes de saber de sus libros pero su particular concepción de la literatura me generó de inmediato una curiosidad irrefrenable. Perec fue un judío francés que nació en el período interguerra y padeció en carne propia la persecución nazi. Parte de las vivencia de su infancia queda recogida en la novela W o recuerdo de infancia. Estudió en La Sorbona y formó parte del grupo literario Oulipo, que revindicó la escritura lúdica, estructurada en base a conceptos matemáticos como las combinatorias, los fractales y las potencias.
La vida instrucciones de uso es una novela increíble que disfruté como pocas en la vida, pese al esfuerzo que me generó leerla (o quizás, el esfuerzo que me generó fue directamente proporcional al placer que me causó). El libro se basa en un edificio en París y cuenta por un lado la historia de los inquilinos de cada apartamento y por otro lado, la vida de un excéntrico millonario. De alguna forma, ambas historias se enredan en una misma historia caleidoscópica. El libro puede verse como muchos cuentos que, unidos como un mosaico, reconstruyen una foto precisa. El concepto rompecabezas, construcción/deconstrucción es permanente en esta novela.
La autoimposición de reglas, que surgen como aparentes limitaciones, hacen de Perec un creador de historias ilimitadas, por lo atemporales e imaginativas.
Pongo a continuación un párrafo que constituye una pequeña historia en si misma y que me divierte muchísimo, sobre todo porque el cuentito es apenas el pie de página de uno de los tantos capítulos de la novela.

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Polonius es el cuadragésimo tercer descendiente de una pareja de hámsters domesticados que Rèmi Rorschash regaló a Olivia poco después de conocerse; habían visto en un music-hall de Stuttgart a un amaestrador de animales y se habían entusiasmado tanto con las proezas deportivas del hámster Ludovic -tan relajado en las anillas cómo en la barra fija, en el trapecio o en las barras paralelas-que quisieron comprarlo. El amaestrador Lefèvre se había negado, pero les había vendido una pareja-Gertrude y Sigismond- a la que había enseñado a jugar al dominó. La tradición se había perpetuado de generación en generación, enseñando a jugar espontáneamente los padres a las crías. Por desgracia, el invierno anterior, una epidemia había destruído casi toda la pequeña colonia. El único superviviente, Polonius, no podía jugar solo y, lo que era peor, estaba condenado a periclitar de no seguir practicando su pasatiempo favorito. Por ese motivo, una vez por semana, había que llevarlo a Maudon a casa de su amaestrador que, retirado hoy día, seguía ejercitando animalitos sabios únicamente por gusto.

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lunes, 14 de febrero de 2011

Chimamanda Adichie: The danger of a single story | Video on TED.com

Chimamanda Adichie: The danger of a single story | Video on TED.com

Chimamanda es una excelente escritora, en español solamente conozco La flor púrpura (Purple Hibiscus). Agrego esta intervención de ella porque considero muy importante lo que dice, que tiene relación con las generalizaciones y temas afines.

lunes, 7 de febrero de 2011

Máquinas que sí


Siempre me encantó el título de este libro: nada malo podía venir de algo llamado "La maquina de pensar en Gladys". Con una amiga hablábamos de que a la hora de encarar a Levrero es muy importante el orden de la lectura de sus libros. Yo arranqué con "La novela luminosa" (en la que me fastidiaron bastante sus divagues de viejo pajero); después leí "El discurso vacío" y quedé un cacho cansada de la autorreferencialidad. Mi amiga empezó con novelas propiamente dichas (la llamada trilogía involuntaria) y se re copó con los delirios que a mí me pasparon.

Volviendo a "La máquina...", cuando hace algunos años quise comprarlo me encontré con una edición desagradable. No sólo parecía fotocopiada: era tan berreta que no tenía márgenes, apenas un par de milímetros que traslucían la miseria de los editores (a los que era fácil de imaginar torturando al diseñador para que metiera más texto en menos páginas y abaratar así los costos de impresión).

Cuestión que cuando me enteré de que Irrupciones sacaba una reedición me puse a saltar en una pata. Me la compré en la presentación y recién ahora, después de las vacaciones, le hinqué el diente. Con este libro me reconcilié con Levrero y me dieron ganas de leer más. Si bien el nivel de los cuentos es un cacho desparejo, hubo dos que me dejaron con la boca abierta: "La casa abandonada" y "La casa de pensión". Ambos me provocaron muchísima ternura: hay imágenes hermosas que van desde mujeres en miniatura que retozan en una bañera hasta el asesinato negligente e irremediable de tarántulas domesticadas por un vecino de cuarto japonés. Un amigo me dijo que para él "La casa de pensión" era un despliegue de virtuosismo innecesario y pedante. Yo ni me di cuenta de que en todo el cuento había una sola oración: fue como si una mano invisible me llevara, a las corridas, por un espiral que provocaba una leve sensación de borrachera. De las que hacen sonreír.

jueves, 20 de enero de 2011

Arde París


Lo mejor de estas vacaciones fue leer "La plenitud de la vida", el segundo tomo de las memorias de Simone de Beauvoir. Empecé el año pasado con el primero ("Memorias de una joven formal") y si bien al principio tuve que ponerle ganas hacia el final me fui copando y decidí entrarle al siguiente.

Simone (y sí, después de leer más de mil páginas sobre su vida ya es "Simone", a secas) habla desde un lugar que suena muy auténtico y despojado de cualquier actitud de pose. A mí me interesa muy poco cuánto de lo que cuenta es verdad, qué partes tuvieron retoques, qué episodios polémicos no están (ella dice en el prólogo que si bien no lo cuenta todo y que se va a guardar muchas cosas para ella, todo lo que relata es cierto); me conmueve mucho encontrar un relato tan personal y con tanta fuerza y eso es más que suficiente para mí.

Al principio del libro Simone se morfa el mundo en todos los sentidos. Después de romperse el alma para ser profesora de filosofía (en Francia sigue existiendo el mismísimo examen que ella dio: lo aprobás y tenés la estabilidad de ser un funcionario bien pagado) llega la libertad y la independencia: la libertad de tener con Sartre la relación que se les antoja y que ellos necesitan; de recorrer Francia a pie, en bondi, haciendo dedo, escalando montañas, durmiendo al aire libre (que se dice "à la belle etoile" en francés; ¿no es una mononada?); de recorrer España, Inglaterra, Marruecos, Grecia queriendo ver todo y meterse en cada rincón, haciéndose, a la vez, miles de preguntas acerca de quiénes son y qué lugar ocupan como extranjeros, turistas, gente con la vida medianamente resuelta, etc.

Las conversaciones sobre literatura que tienen con Sartre y su círculo son increíbles (cuenta, por ejemplo, cómo descubren a Kafka o a Faulkner) y también el relato de su propio proceso creativo como novelista es alucinante (hace varios intentos fallidos antes de publicar "La invitada", su primera novela, a los 30 y pico de años). Me da mucha ternura leerla cuando dice que la primera vez que se sentó a leer a Hegel no entendió un sorete y que tuvo que encerrarse por días en la biblioteca para poder agarrar algo. Obviamente que hablan un montón de filosofía, pero siempre desde un lugar muy personal (por ejemplo, todas sus reflexiones sobre la muerte están muy teñidas por su experiencia en la guerra y la ocupación).

Justamente, aprendí un montón sobre la guerra y la ocupación de Francia desde, por supuesto, un punto de vista muy subjetivo y personal: la angustia de no saber dónde ni en qué condiciones estaba Sartre, los viajes clandestinos al territorio "libre", el hambre, los toques de queda, los amigos deportados y muertos, la alcahuetería de las autoridades. En el libro Simone cuenta cómo ella y gran parte de la intelectualidad francesa, luego de una época de optimismo irresponsable (es muy fuerte y dolorosa la crónica de la guerra civil española: yo me comía las uñas como si existiera la posibilidad de otro final) van tomando conciencia política y sintiéndose cada vez más con la obligación de mover el culo de los cafés y las bibliotecas y hacer algo.

Bueno, dejo por acá. El libro es bellísimo y atrapante. Es un ladrillo de espesor considerable pero cada página vale la pena. Háganse un favor y llévenselo a sus próximas vacaciones.

lunes, 17 de enero de 2011

Mark Twain víctima de lo "políticamente correcto"

Sectarismos, ignorancia, desconocimiento de la historia y sus contextos y muchas cosas más podrían decirse de la triste noticia de los cambios que se proponen en textos de Mark Twain en EEUU. La palabra nigger (negro) en EEUU solamente se puede pronunciar por los propios negros, y quienes no lo son dicen o escriben  "the n-word", que al fin y al cabo quiere decir lo mismo.  Esto tiene sus justificaciones más que fundadas dada la historia de esclavismo y segregación de ese país.

Pero otra cosa es cuando hablamos de literatura. Resulta que ahora, cuando no hay nadie que defienda sus derechos de autor, le cambian a Mark Twain la palabra nigger por la de "esclavo" en su famoso libro Huckleberry Finn. La argumentación es "que ofende". Ofende hoy ¡pero el libro fue escrito en 1884 y no en el 2000! y es obvia -para cualquiera que no tenga un garbanzo de cerebro-  la importancia de conocer cómo se hablaba en aquella época. El lenguaje es parte de la historia y la literatura ayuda a comprenderla tanto o más que los libros especializados.

Los negros militantes, comunistas, de izquierda, de los años 30 y 40, perseguidos luego por FBI hasta los últimos rincones del mundo (como le pasó a Richard Wright) ¡se autodenominaban negros! No existía la palabra afrodescendiente o african-american.

Si nos ponemos así, tendríamos que cambiar a toda la literatura mundial. Desde Homero a Hemingway y me quedo muy corta. ¿Cómo se puede aprender así? Sin contexto, con palabras cambiadas para no molestar al lector de hoy, que será cada vez más burro si continúan estas censuras al pasado.

No sé que opinan ustedes, pero la noticia de cambios en los textos de Huckleberry (y creo que en Tom Sawyer también) me dejó bastante triste pensando en quienes aun no los han leído y en el futuro de la literatura. ¿Qué pasará con Faulker? ¿Y con Onetti traducido en USA al inglés? ¿Alguien se acuerda de Wright, de Langston Hughes? Wright se tuvo que ir a vivir a París con toda su familia (esposa blanca, judía) harto del racismo. Pero igualmente allí el FBI lo persiguió. Era negro y usaba la n-word porque aun no se había inventado la de afrodescendiente. Eso no le quitó ninguna fuerza a sus denuncias. @ElsaKito

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Gracias a los aportes de Ludwig, que agrego, además de texto de Toni Morrison sobre el tema.

Toni Morrison - Introduction to the current Oxford edition of Huckleberry Finn
"In the early eighties I read Huckleberry Finn again, provoked, I believe, by demands to remove the novel from de libraries and required reading lists of public schools. These efforts were based, it seemed to me, on a narrow notion of how to handle the offense Mark Twain's use of the term "nigger" would occasion for black students and the corrosive effect would have on white ones. I struck me as a purist yet elementary kind of censorship designed to appease adults rather than educate children. Amputate de problem, band-aid the solution. A serious comprehensive discussion of the term by an intelligente teacher certainly would have benefited my eighth-grade class and would have spared all of us (a few blacks, many whites -mostly second-generation immigrant children) some grief."  Texto completo en pdf

Twain's classic loses the N-word for modern age (Independent)
Thomas Wortham, a prominent Twain scholar at UCLA, compared Dr Gribben to Thomas Bowdler, the British editor of the 19th century who created a notorious "family" version of Shakespeare, which removed all sexual themes so as not to offend Victorian wives and children.

Documental sobre the "N-Word

domingo, 16 de enero de 2011

El sueño de celta (Vargas Llosa)

No tengo nada que agregar a esta síntesis que realizó Soledad Platero en su crónica de El País Cultural:

"Así que ésta, que no es una novela histórica, es poco más que la biografía apenas novelada de un personaje histórico, escrita de manera asombrosamente convencional, en una prosa igualmente convencional y falta de atractivos. Un relato de casi quinientas páginas que parece hecho para cumplir con un compromiso editorial, o para darse un gusto personal postergado durante mucho tiempo."

Me aburrió muchísimo, no es una novela sino que todo parece indicar que el autor juntó y ordenó las fichas de su investigación y con poca literatura las pegó. Una lástima.