domingo, 24 de abril de 2011

Un buen partido (muy pesado)

Me gustó tanto el libro de Vikram Seth An Equal Music, que aproveché una gran rebaja y me compré Un buen partido (A Suitable Boy) a mitad de precio, Editorial Anagrama.

No puedo hablar de su contenido, porque recién leí dos páginas. Como esas dos páginas pusieron a prueba mi capacidad de leer cómodamente, por ahora voy a hablar del libro como objeto. Su ancho es de 14.5 cm. por 22.5 cm. de alto; tiene 1.349 páginas que hacen un grosor de 5.5 cm. No puedo calcular el tamaño de la letra, pero es muy chica: hasta donde me da la vista la a tiene 1 mm. y la b 1.5 mm.  Es cierto que es más cómodo que el de Adolfo Bioy Casares sobre Borges, que tiene 11.5 cm. de alto y 10.5 de grosor (1.663 páginas) y su formato parece un chiste para que nadie lo lea.

Pero todo esto viene porque me pregunto si Anagrama no podía publicar el libro en dos tomos, o en un formato más fácil de sostener como hizo con 2666 de Bolaño. De todas formas lo voy a leer, aunque aun no encontré la ubicación adecuada para no sufrir de tendinitis. Informaré. ElsaKito.

sábado, 23 de abril de 2011

Nostalgias de ficción: El diablo en la ciudad blanca


No hay caso: cada vez que acepto que me presten algún libro tengo que leerlo inmediatamente; de lo contrario se vuelve una presencia molesta como el zumbido de una mosca a la hora de la siesta. OK, no más metáforas, vayamos a lo nuestro. Empecé a leer "The Devil in the White City" cuando todavía estaba haciendo turnos en el sanatorio. Me lo había prestado una compañera de laburo con la que me gusta charlar de libros y películas. Me contó que se trataba de la exposición universal de Chicago de 1893 y del primer asesino serial gringo y me pareció una buena combinación: el universalismo de fines del siglo XIX, la demencia de una ciudad caótica, sucia y ambiciosa como Chicago en esa época, chusmeríos de arquitectos y urbanistas y la cereza de la torta: el morbo de un asesino con predilección por señoritas que llegaban solas y llenas de ilusiones a la gran ciudad.

Me desencanté un poquitín cuando vi en una nota inicial que el autor (Erik Larson, por si a alguien le interesa) decía, orgullosísimo, que el libro no era una obra de ficción. Todo lo que esté entre comillas, seguía, viene de algún documento escrito. Los hechos históricos que noveliza superan los niveles de verosimilitud y fantasía de muchísimas ficciones y es totalmente justificable que alguien haya querido dar cuenta de semejante concatenación de hechos en una narración: la carrera contra el tiempo de Burnham, el director de obras de la exposición, para construir una feria que superara a la de París en escala, belleza y popularidad; los incendios, tormentas de nieve y la peor crisis económica de la historia de Estados Unidos que, contra todo pronóstico, logró superar; los ojos azules de un asesino que se construyó su propio palacio del horror y que vendía los esqueletos de sus víctimas a facultades de medicina de las proximidades, etc. Sin embargo, la preocupación por la legitimad del relato y la necesidad permanente de hacer referencias a documentos hicieron que terminar la novela, en mi caso, fuera un acto de disciplina.

Ojo, aprendí un montón y me ayudó a entender un poco más la historia gringa (bueh, no sé si tanto como "historia", pero algo así como rasgos de su idiosincracia). Pero tanta referencia afectó el ritmo de la narración, que muchas veces se iba por las ramas solamente para dar cuenta de un hecho curioso que llamó la atención de su autor. Primero pensé que mi reacción tenía que ver con issues personales con la no-ficción, pero acá mismo ya hablé de dos libros que me encantaron: las memorias de Simone de Beauvoir y la historia del arte de Gombrich. Y ahí me di cuenta de que la diferencia es que ambos adoptan abiertamente puntos de vista muy personales y subjetivos desde el vamos. Lo que me rechinó de Larson fue, justamente, su pretensión de verdad, de raconto objetivo, su rigor científico.

El libro, sin embargo, me dejó una imagen hermosa que hizo que valiera la pena leerlo: una cita que no conocía y que le da el nombre al primer capítulo. Parece que Goethe dijo que la arquitectura era música congelada. Me quedé pensando en Chicago y en otras ciudades como partituras.

lunes, 4 de abril de 2011

El redentor - Jo Nesbo

Es la cuarta novela que leo siguiendo los pasos de Harry Hole. Luego de La cruz del diablo, que me tuvo a los saltos por su final frenético y por el alcoholismo de mi detective preferido, seguí con ésta. Ya no estamos en aquel verano pegajoso de Oslo (supongo que por el cambio climático que sufrimos todos), sino que estamos otra vez metidos en el frío y la nieve.

Después de las desgraciadas borracheras de Harry en el libro anterior, lo encontramos más solo y con más problemas. No podía ser de otra manera, porque Nesbo lo hace cambiar, crece o empeora, pero cambia. Es un gran escritor, y dedica tiempo a los otros personajes también, lo que nos hace interesarnos por todos. Aquí el escenario principal es la gran sede (o sedes) del Ejército de Salvación noruego, institución importante en ese país y de la yo no tenía casi idea.

Un asesino profesional croata mata a un "soldado" de ese ejército y se marcha sin dejar huella. Allí empieza Harry sus idas y vueltas, con nuevo jefe y sus problemas. Tiene tal enganche que no podés esperar al otro capítulo y los personajes están tan bien contados que hasta te entran ganas que no agarren al croata.

Harry viene sobrio, pero cuando decide tomarse unos tragos se te para el corazón. ¡No Harry, ahora no! Pero sí, no encuentra su bourbon Jim Beam y te da un respiro,  pero termina tomando cualquier cosa.

Todo viene tan bien entrelazado, que el final de cada episodio -y no hablo de capítulos- me empujaba a saber más como una enajenada. Y así me comí 570 páginas casi sin darme cuenta. Además, este Harry desprolijo y desobediente, te mete de cabeza en la ambigüedad de los límites.

Otra vez nos encontramos en Oslo con drogadictos, corruptos de clase alta, inmigrantes de las guerras de Europa Central , indigentes, policías, etc. Hasta un perro tiene un papel importante.

Les recomiendo, a quienes quieran leerlo que sigan el orden de cómo fueron escritos: El petirrojo, Némesis y La cruz del diablo (todos en español en Uruguay) El redentor (The Redeemer) todavía no lo vi por aquí, me lo prestaron en inglés.  ElsaKito